Limbo hospitalario: cuando el hospital se vuelve un hogar
En Argentina, a pesar del aumento en la esperanza de vida, la calidad del sistema de salud para los adultos mayores está disminuyendo. Cada vez más pacientes quedan atrapados en un limbo hospitalario, ocupando camas de hospitales o esperando una vacante en geriátricos. Esta situación refleja una preocupante realidad: el tratamiento y cuidado de la tercera edad no es prioridad en el país. El Director Nacional del Área de Personas Mayores del Ministerio de Salud de la Nación, Eduardo Soria, destacó que, históricamente, el trabajo social se ha enfocado en la niñez, la adolescencia y la población económicamente activa y deja de lado a los adultos mayores.
En la Ciudad de Buenos Aires, de los 650.000 habitantes mayores de 65 años, solo el 3% reside en geriátricos. Es decir, la mayoría permanece en sus casas. Con solo 18.000 camas disponibles en geriátricos e institutos, el recurso habitacional es limitado tanto para PAMI como para el sector privado. Soria explicó que hay un "techo" habitacional, una insuficiencia de parte del Estado de no crear más espacios para trasladar a adultos mayores que quedan varados en hospitales o en sus casas sin la asistencia adecuada.
Hasta hace unos años las familias le podían pagar el geriátrico privado al adulto mayor, pero los precios aumentaron. Entonces, se recurre al PAMI para conseguir un geriátrico público, y este sistema explota. Los familiares, por lo tanto, optan entre un geriátrico privado, geriátrico de PAMI o cuidado en su hogar. Muchas familias se ven obligadas a asumir la responsabilidad total del cuidado del adulto mayor, lo que puede generar tensiones económicas y emocionales. Por eso, se hace evidente la necesidad de políticas públicas que amplíen el cuidado, como atención domiciliaria, disponibilidad en geriátricos o programas de apoyo para cuidadores familiares. "A veces, la persona tiene casa, tiene plata pero no tiene quien la cuide. O tiene quien lo cuide y tiene casa, pero no tiene plata. O tiene casa pero no tiene plata ni tiene quien lo cuide.", dice Eduardo Soria.
El Hospital de Agudos Vélez Sarsfield, ubicado en el barrio porteño de Villa Devoto, enfrenta una situación crítica: todas sus camas están ocupadas, y la mitad tiene obra social PAMI ya dados de alta. Es un pequeño hospital de un piso dedicado a pacientes agudos, con pasillos cargados de enfermeros y cuartos compartidos. Algunos pacientes estuvieron internados allí más de 4 meses, detenidos por tres factores clave: la demora de PAMI en asignar geriátricos, la situación de calle de algunos pacientes sin familiares, y el rechazo de las familias por razones económicas o personales. Mientras tanto, el hospital cumple un rol social que no le corresponde, aunque no se rehúsa a seguir cuidando de estos pacientes.
Los enfermeros, trabajadores sociales y personal del Departamento de Ingresos y Egresos del hospital son testigos de esta problemática que afecta principalmente a los pacientes. La trabajadora social, Alejandra Lobo, explica: "Todo el tiempo se trata de articular con la trabajadora social de PAMI. Nosotras hablamos con el paciente y la familia, pero el trámite tarda. El paciente está expuesto a riesgos, como infecciones hospitalarias, porque ya está sano en un lugar de enfermos. Pero el hospital es responsable del paciente si no tiene a dónde ir".
¿Cómo es el circuito en el Hospital Vélez Sarsfield? Cada vez que ingresa un paciente a la guardia, se registra en la planta baja, donde está la oficina de Admisión y Egresos. Allí, hay una pizarra gigante en la pared principal de la sala en la que están anotados los nombres de cada uno de los pacientes con el número de cama en la que están. Todas las oficinistas están al tanto de todos, conocen sus nombres, saben cómo son sus caracteres, sus comportamientos y sus evoluciones. También, ellas están en contacto con las trabajadoras sociales del hospital y se ocupan de estar constantemente actualizadas. Sin embargo, hace meses que los nombres de la pizarra son los mismos y los pacientes ya dados de alta siguen ocupando las camas.
Las 44 camas de internación están distribuidas en habitaciones compartidas de 4 camas cada una, separadas por un pasillo y divididas por sexo. Los enfermeros tienen una sala especial donde descansan y están a la espera de los cuidados requeridos. Ellos tienen un rol fundamental para los pacientes: van más allá de administrar tratamientos y sueros, les brindan afecto humano, como ofrecerles una gaseosa, algo de comida o celebrar días especiales. Saben que si el paciente se siente mal emocionalmente, su recuperación física también se puede ver afectada. En el proceso de recuperación de un paciente o al buscar un lugar en un geriátrico, las familias juegan un papel crucial. Si la persona no cuenta con familiares o estos están ausentes, enfrentará mayores dificultades para recuperarse o para ser admitido en un geriátrico. La trabajadora de ingresos y egresos del hospital, Nadia, contó que hubo un caso en el que una mujer logró conseguir un lugar en un geriátrico para su padre internado gracias a su persistencia en pedirlo. La calidad de vida del paciente depende mucho de sus relaciones familiares.
Muchas veces, los enfermeros hablan con las familias para tratar de que tomen alguna medida y que no sigan en el hospital. "Les decimos que esto es un hospital, no un hotel", cuenta un enfermero. Aún así, ellos son los que están día a día con los pacientes. Rosalía, una enfermera que trabaja en el hospital hace 14 años, contó que esta problemática siempre estuvo, pero no le es difícil empatizar con los mayores. La instancia de guardia también colapsa; personas llegan al hospital y necesitan internarse pero no se consiguen camas porque ya están todas ocupadas.
El hospital se hace cargo, pero aún así no es calidad de vida para los pacientes. Tanto la jefa de departamento y las trabajadoras sociales coincidían en que la esperanza de vida de los adultos mayores había aumentado, pero, ¿A qué costo? ¿Para esperar meses en la cama de un hospital? De hecho, el INDEC publicó en 2023 un dossier estadístico de personas mayores sobre la esperanza de vida. "Una mayor esperanza de vida saludable brinda más autonomía y bienestar en la vejez. La esperanza de vida saludable refiere a los años esperados de vida libre de al menos una limitación permanente, derivada de problemas físicos o cognitivos, a una edad determinada.". Esta autonomía y bienestar en la vejez es necesaria, y los pacientes que están dados de alta en el Hospital Vélez Sarsfield no la tienen. Están expuestos a riesgos del hospital, viven más de 3 meses allí y dependen de lo que decidan su familia o PAMI.
El Hospital Vélez Sarsfield está a cargo de muchas tareas que no debería cumplir. La ley de PAMI, N°19.032, prohíbe al Instituto delegar sus funciones de conducción, administración, planificación, evaluación y control a terceros. En este caso, lo está haciendo. Sin embargo, es comprensible porque los recursos habitacionales y la atención a adultos mayores son escasos en la Ciudad de Buenos Aires, tanto en PAMI como en el sector privado. PAMI trata de agilizar los trámites, pero poco se puede hacer si el Estado no crea más lugares para cuidar y atender a los pacientes mayores. Aunque haya una Convención Interamericana sobre los Derechos Humanos de las Personas Mayores, que imponga hacer valer los derechos humanos de las personas mayores y Argentina la haya adquirido con rango constitucional, sigue habiendo insuficiencia.
El Director Nacional del Área de Personas Mayores del Ministerio de Salud de la Nación, Eduardo Soria, señaló que el Estado debe reconocer este problema y tomar medidas al respecto. Aunque esta sea una problemática mundial y la salud de los adultos mayores queda en segundo plano, los países están analizando que cada vez hay más personas mayores y Argentina no es la excepción. Mientras tanto, el Hospital Vélez Sarsfield es uno de los tantos hospitales de la Ciudad de Buenos Aires que está cargando las consecuencias, y los enfermeros, médicos y directivos son los que cuidan al paciente en el día a día.